Hay momentos en los que sentimos que estamos cargando una mochila emocional demasiado pesada. Entre el trabajo, los estudios, las relaciones y los cambios de la vida, no siempre es fácil encontrar un lugar para pausar y ordenar todo eso que llevamos dentro. Ahí es donde entra la terapia individual: un espacio pensado para ti, en el que puedes hablar sin miedo, sin interrupciones y sin sentir que “molestas” a alguien con tus problemas.
Pero… ¿qué es exactamente, cómo funciona y cómo saber si es para ti? Vamos a verlo juntxs.
¿Qué es la terapia individual?
La terapia individual, también llamada psicoterapia individual, es un proceso en el que una persona trabaja de forma personalizada con un profesional de la salud mental —como un psicólogo— para explorar y tratar dificultades emocionales, patrones de pensamiento o conductas que generan malestar. Su propósito principal es reducir la sensación subjetiva de malestar emocional o conductual (distrés) en la persona que recibe el tratamiento, conocida como paciente, cliente o consultante, con la asistencia de un psicoterapeuta o terapeuta. Este profesional cuenta con: a) un cuerpo de conocimientos teóricos que explican la personalidad, el desarrollo psicológico y el proceso de cambio humano; b) dominio de un método de tratamiento coherente con dichos conocimientos; y c) formación y acreditación legal para ejercer como terapeuta.
¿Cómo funciona una sesión?
El proceso psicoterapéutico comienza incluso antes de la primera sesión, cuando la persona decide buscar ayuda por iniciativa propia, por la recomendación de un médico, o como respuesta a una situación externa, como la condición de un familiar o pareja para continuar una relación. Esta etapa previa marca el inicio subjetivo del proceso, que se concreta con el primer encuentro entre paciente y terapeuta.
Generalmente, las sesiones son semanales y duran entre 45 y 60 minutos, iniciando con una cita de evaluación para conocerte, comprender qué te trae a terapia y establecer objetivos claros. A partir de ahí, terapeuta y paciente trabajan de forma conjunta para alcanzarlos, utilizando técnicas que varían según el enfoque —como la terapia cognitivo-conductual, humanista o psicoanalítica—, desde identificar y modificar pensamientos que generan malestar, hasta abordar experiencias pasadas que siguen influyendo en el presente.
Es importante recordar que la terapia es un proceso gradual, donde la constancia y la relación de confianza con el terapeuta son clave para el cambio.
Terapia individual, grupal o de pareja: ¿en qué se diferencian?
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Individual → Todo el foco está en ti. Perfecta para trabajar temas muy personales o procesos de autoconocimiento.
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Grupal → Compartes con otras personas que están pasando por algo similar y eso crea un sentido de apoyo mutuo.
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De pareja → Diseñada para trabajar la comunicación, la confianza y la resolución de conflictos en una relación.
A veces incluso se pueden combinar formatos para obtener mejores resultados.
¿Quién puede dar terapia individual?
Solo profesionales formados y acreditados:
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Psicólogos con entrenamiento en psicoterapia.
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Psiquiatras con formación terapéutica.
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Otros terapeutas certificados según la ley del país.
Sánchez-Barranco Ruiz (2001) resalta que la experiencia del terapeuta y la calidad del vínculo contigo son clave para que la terapia funcione.
¿Cómo saber si necesito empezar terapia?
Saber si es momento de iniciar un proceso terapéutico puede relacionarse con tres grandes motivos que explican por qué las personas buscan ayuda psicológica: comprenderse a sí mismas, superar síntomas o problemas concretos, y mejorar su calidad de vida.
En primer lugar, está la búsqueda de entendimiento personal. Algunas personas sienten la necesidad de explorar su interior, entender cómo funcionan sus pensamientos, emociones y defensas, o descubrir por qué reaccionan de cierta manera ante la angustia. Si sientes curiosidad por comprender mejor tu historia, tu personalidad y la naturaleza humana, la terapia puede ser un espacio seguro para ese descubrimiento.
En segundo lugar, está la dimensión curativa, que se centra en aliviar síntomas y reemplazar conductas que generan malestar por otras más adaptativas. Si enfrentas ansiedad, tristeza persistente, hábitos que te afectan negativamente o dificultades para relacionarte, la terapia puede ayudarte a encontrar estrategias prácticas para mejorar.
Por último, está la dimensión ética, que busca acompañarte en un proceso de crecimiento personal, maduración y alineación con tus valores. Si quieres trabajar en tu desarrollo, potenciar tus fortalezas y vivir de una forma más coherente y plena, la terapia también es para ti.
Estas pueden ser algunas señales, que te pueden orientar para ir a terapia individual:
- Te sientes atrapada en los mismos pensamientos una y otra vez.
- Tus emociones afectan tu trabajo, estudios o relaciones.
- Evitas situaciones por ansiedad o inseguridad.
- Has vivido un cambio fuerte y no sabes cómo adaptarte.
- Quieres conocerte más y crecer como persona.
No es necesario “estar al límite” para buscar ayuda. La terapia también sirve para prevenir y fortalecer tu bienestar.
Técnicas más usadas en terapia individual
Las psicoterapias comprenden una amplia variedad de enfoques que buscan promover el bienestar psicológico, aliviar el malestar emocional y favorecer el crecimiento personal. Entre las más reconocidas se encuentran:
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Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
Combina el modelo conductual —enfocado en modificar conductas aprendidas que generan sufrimiento— y el modelo cognitivo —centrado en identificar y cambiar pensamientos disfuncionales—. Utiliza técnicas como la reestructuración cognitiva y el reaprendizaje conductual para reemplazar patrones negativos por otros más adaptativos.
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Terapia Psicoanalítica
Basada en las ideas de Freud y el psicoanálisis, explora conflictos inconscientes y experiencias pasadas que influyen en la conducta actual. Su objetivo es hacer conscientes estos contenidos para generar comprensión y cambio.
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Terapia Humanista-Existencial
Inspirada en Carl Rogers y Frederick Perls, parte de la idea de que cada persona tiene potencial para el autoconocimiento y el cambio. Incluye enfoques como la terapia centrada en la persona y la terapia gestáltica, que fomentan la empatía, la autenticidad y la conciencia de emociones y necesidades.
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Terapia Sistémica (Interaccional o Comunicacional)
Analiza los problemas como resultado de patrones de interacción dentro de sistemas como la familia o la pareja. Representantes como Watzlawick, Bateson y Minuchin han desarrollado técnicas para modificar reglas y dinámicas de relación que generan conflicto.
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Terapia Integrativa
Combina técnicas y principios de diferentes modelos —como la TCC, la humanista o la sistémica— para adaptarse a las necesidades y características únicas de cada paciente.
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Terapia Breve Estratégica
Se orienta a resolver problemas específicos en un tiempo reducido mediante estrategias directas, creativas y focalizadas en el cambio rápido.
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Terapia Narrativa
Ayuda a las personas a “reescribir” sus historias personales, generando interpretaciones más constructivas y empoderadoras de sus experiencias.
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Terapia Dialéctico-Conductual (TDC)
Variante de la TCC diseñada para personas con dificultades en la regulación emocional, impulsividad y relaciones interpersonales inestables. Combina técnicas cognitivas, conductuales y de mindfulness.
En conjunto, estos enfoques ofrecen un abanico de posibilidades para abordar el malestar psicológico, desde la modificación de patrones de pensamiento y conducta, hasta la exploración profunda de la historia personal y el fortalecimiento de recursos internos. Cada terapeuta puede combinar técnicas para adaptarse a lo que necesites.
Resultados que puedes esperar
Si te comprometes con el proceso, puedes experimentar:
- Más claridad sobre lo que quieres y quién eres.
- Estrategias para manejar el estrés y la ansiedad.
- Mejora en tus relaciones y comunicación.
- Cambios en hábitos que te limitaban.
- Mayor confianza y autoestima.
La terapia individual es, en esencia, una experiencia profundamente humana. Su carácter subjetivo radica en que el terapeuta se sumerge empáticamente en el mundo interno del paciente, utilizando sus propias emociones como puente para comprender su dolor y sus desafíos. Al mismo tiempo, es un proceso interpersonal, pues se sustenta en la relación que se teje entre paciente y terapeuta, una conexión que se convierte en el núcleo mismo del cambio y la sanación.
Referencias (APA 7)
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- Sánchez-Barranco Ruiz, Antonio, & Sánchez-Barranco Vallejo, Pablo. (2001). Psicoterapia dinámica breve: Aproximación conceptual y clínica. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, (78), 7-25. Recuperado en 11 de agosto de 2025, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352001000200002&lng=es&tlng=es.
- Campo-Redondo, María. (2004). Epistemología y Psicoterapia. Opción, 20(44), 120-137. Recuperado en 11 de agosto de 2025, de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-15872004000200007&lng=es&tlng=es.
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Benito, E. (2009). Las psicoterapias. PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica, 1(1), 1-9. Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=333127084005





