¿Cómo cambiar?. Qué pregunta tan poderosa… y a veces, tan abrumadora. Queremos cambiar. Sentimos que algo tiene que ser distinto. Pero apenas pensamos en tomar acción, aparece el miedo, la duda, la vocecita interna que dice “¿y si no puedes?”. Y ahí nos quedamos, atrapadas en el mismo lugar.
Hoy quiero invitarte a ver el cambio desde otro ángulo: no como una meta enorme, lejana, que te exige ser otra persona… sino como un proceso posible, real y profundamente humano. Vamos a conversar sobre lo que hace difícil cambiar, cómo hacerlo de forma intencional y por qué, sí, es posible transformar incluso aspectos de nuestra personalidad.
¿Por qué cambiar cuesta tanto?
No es pereza. No es falta de voluntad. Es tu cerebro haciendo lo que mejor sabe hacer: ahorrarte energía. Nuestro cerebro es fanático de los atajos. Por eso, cuando repites una acción muchas veces, se convierte en hábito. Y eso tiene sentido: no puedes pasarte la vida decidiendo desde cero cómo cepillarte los dientes o cómo reaccionar ante cada emoción. El 40% de lo que hacemos cada día no es una decisión consciente, sino un hábito automático.
Esto significa que, para cambiar algo, no basta con “quererlo”… tienes que reprogramar una rutina mental. Y ahí entra el segundo gran obstáculo: las creencias limitantes.
Y es que seguro has escuchado alguna vez en tu cabeza frases como:
- “Yo no soy buena para eso”
- “Siempre he sido así”
- “Nunca voy a lograrlo”
¿Sabes qué tienen en común? No son verdades. Son historias que aprendiste en algún momento —por experiencias, por lo que te dijeron, por miedo a fallar— y que tu mente convirtió en certezas.
La buena noticia: puedes reescribirlas.
Cada vez que te caches pensando en una creencia limitante, pregúntate:
- ¿Es realmente cierta?
- ¿Es útil seguir creyendo esto?
- ¿Qué nueva idea me acercaría más a lo que quiero?
Cambiar empieza en el lenguaje con el que te hablas.
Define tu norte antes de empezar a caminar
No se trata de cambiar por cambiar. Se trata de que el cambio tenga sentido para ti. Que esté conectado con tus valores, con lo que te mueve de verdad. Una meta clara no solo te motiva, sino que te da dirección.
¿Cómo construir una meta que funcione?
-
Específica: No digas “quiero estar mejor”. Di: “quiero hacer ejercicio tres veces por semana”.
-
Medible: Saber cuánto has avanzado te mantiene enfocada. Por ejemplo: “voy a leer dos libros al mes”.
-
Realista: Si no has corrido en años, no empieces con maratones. Empieza caminando 15 minutos.
-
Flexible: Acepta que habrá días buenos y días en los que no puedas seguir el plan. Eso no es fallar; es ser humana.
Visualiza tus objetivos como un mapa. Si sabes a dónde quieres ir, será más fácil encontrar el camino.
¿Y cómo empiezo sin abrumarme?
Una vez que tengas claros tus objetivos, es hora de crear un plan. Cambiar no sucede de la noche a la mañana, y avanzar paso a paso es clave.
- Divide tus metas en pasos pequeñitos: Rompe tus objetivos en tareas más pequeñas y accionables.
- ¿Quieres alimentarte mejor? Empieza por agregar una fruta al desayuno.
- ¿Quieres ser más organizada? Comienza con una lista diaria de tres cosas.
- Identifica tus obstáculos antes de que aparezcan: Reflexiona sobre lo que podría interponerse en tu camino. Tal vez sea la falta de tiempo, la desmotivación o las influencias externas. Tener un plan para manejar estos contratiempos hará que sea más fácil superarlos.
- Si sabes que tiendes a desmotivarte los viernes o que el celular te distrae, piensa desde ya en cómo enfrentar eso: recordatorios, recompensas, descansos.
- Vuelve el cambio parte de tu rutina: Los cambios sostenibles ocurren cuando incorporamos nuevos comportamientos a nuestras rutinas existentes.
- No esperes “tener tiempo libre”. Agéndalo. Hazle espacio. Porque si no vive en tu día a día, se quedará en idea bonita.
¿Se puede cambiar la personalidad?
Esta es una gran pregunta. Muchas veces creemos que hay cosas que simplemente son parte de “cómo somos”. Pero la ciencia dice algo distinto. Si bien algunos aspectos de nuestra personalidad están influenciados por la genética, numerosos estudios han encontrado que podemos adaptarnos y cambiar ciertos rasgos. Por ejemplo, personas naturalmente introvertidas pueden volverse más sociables a través de la práctica y la exposición intencional a interacciones sociales.
– Claves para cambiar tu personalidad
- Define los rasgos que deseas modificar: Por ejemplo, si quieres ser más organizado, enfócate en crear sistemas simples como listas de tareas.
- Ponlo en práctica regularmente: Repitiendo el comportamiento un poco cada día, el cambio empieza a asentarse.
- Sé paciente contigo mismo: Cambiar rasgos de personalidad puede tomar tiempo, pero es completamente posible con la intención correcta.
Ejemplos:
- Si eres muy impulsiva, puedes desarrollar tu autorregulación a través de la meditación o el journaling.
- Si sientes que eres tímida, puedes exponerte poco a poco a situaciones sociales, sin forzarte a ser extrovertida, pero ampliando tu zona de confort.
No se trata de cambiar “quién eres”. Se trata de crecer desde quien ya eres, con intención y cuidado.
El entorno sí importa (y mucho)
¿Sabes qué hace una gran diferencia? Con quién compartes el proceso. No tienes que enfrentar tu transformación solo. Contar con un sistema de apoyo puede marcar la diferencia entre el éxito y el abandono.
- Rodéate de personas que te inspiren: Busca gente que también esté en proceso de cambio. Personas con quien puedas compartir logros y tropiezos sin miedo.
- Encuentra a alguien que te acompañe: Puede ser una amiga, tu terapeuta, un grupo online. Tener con quién rendir cuentas (y con quién celebrar) hace que sea más difícil rendirse.
- Habla sobre tus metas: Decir en voz alta “quiero esto” es una forma de comprometerte contigo misma. Además, puedes recibir apoyo, ideas y hasta alianzas inesperadas.
El cambio no es lineal, pero sí es posible
No te voy a mentir: va a haber días en los que quieras tirar la toalla. Vas a dudar, fallar, cuestionarte. Y eso está bien. Forma parte del proceso. Lo importante es que no te juzgues por tropezar. Lo importante es que no confundas retroceder con fracasar. Lo importante es que vuelvas al camino cada vez que te pierdas.
- Celebra tus pequeñas victorias
- ¿Completaste una semana de ejercicio? ¡Bien!
- ¿Te hablaste con más amabilidad hoy? ¡Increíble!
- Ajusta lo que no funcione
- ¿Tu rutina no encaja? Modifícala. Esto es un proceso flexible.
- Aprende de lo que no salió
- Pregúntate: ¿qué puedo hacer distinto la próxima vez? Cada error es información valiosa.
Cambiar es un acto de amor propio
No necesitas esperar al “momento perfecto”. No necesitas sentirte 100% lista. Cambiar puede parecer abrumador, pero con un enfoque claro y un plan sólido, cualquier cosa es posible. La clave está en comenzar, incluso si parece un pequeño paso. Recuerda, no tienes que hacerlo solo. Rodearte de apoyo y medir tu progreso te ayudará a mantenerte motivado. Solo necesitas dar un primer paso. El más pequeño que puedas hoy. ¿Quieres cambiar algo en tu vida? Hazlo desde el respeto, la curiosidad y el cuidado hacia ti misma.
Hazlo sabiendo que mereces la vida que estás.





